- Fuera de stock

Imaginemos por un momento que tomamos cualquier objeto a-la-mano y que por excéntrico movimiento de la voluntad lo agitamos 440 vecespor segundo. Tal artefacto, por obtuso que parezca, sonará ciertamente como la A que suele afinar a todas las orquestas, vaga decir, con un color distinto al violín. Quizá una fabulosa empresa inútil, como las que tuvo a bien enseñar Cortázar, consistiría en establecer el color de muchos objetos agitados 440 veces por segundo.